valor en alguna obra o mérito religioso. Para el incrédulo la salvación en Cristo es demasiado simple. Le quita su valor. Para el creyente equivocado siempre es necesario hacer algo para aumentar su “orgullo espiritual”. Tal es la plaga del legalismo siempre presente. Cristo nos ilustra el caso definitivo de la auto-confianza en Lucas 18:9–10: “A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y
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